En muy pocos días ha pasado usted de ser concejal de Urbanismo a alcalde de Logroño. ¿Cómo y en qué manera ha cambiado su forma de ver esta ciudad?
-Yo creo que la labor fundamental de un alcalde es tener un contacto permanente con la sociedad, no desde un punto de vista parcial sino global. Debe conocer tanto las peticiones de la sociedad en su conjunto como las cosas más pequeñas que un ciudadano pueda plantear.
A la ilusión con la que recibí el nombramiento de alcalde hay que añadir ahora la satisfacción de comprobar cómo los ciudadanos reciben a su alcalde: el cariño, respeto y confianza que se le tiene.
-¿Dos años y nueve meses -el tiempo que resta a este mandato- es suficiente para hacer aquello que usted quiere hacer?
-Yo creo que sí. En primer término porque la labor en un Ayuntamiento no sólo le corresponde al alcalde. Hay un grupo de trabajo que continúa y del que yo he formado parte. Hay muchas cosas que se irán realizando en los próximos meses y que ya están planteadas. Esto no quita para que como alcalde tenga algunos retos nuevos que ya enumeré en el discurso de investidura: una ciudad que crezca integrada en su propio ambiente con elementos que la articulen; afrontar el concepto de solidaridad con amplitud; ser ambiciosos en infraestructuras sin quedarnos en el localismo; y, por último, la apuesta por los jóvenes.
-Repasemos algunas de las ideas claves que usted destacó en ese discurso. Dijo usted “quiero un Ayuntamiento que salga a la calle”. En concreto, ¿qué quiere decir decir esto?
-Hay muchas veces que recibes a un colectivo o a una persona y la visión que tienes es parcial porque la ves en el seno de un despacho, pero la visión es mucho más rica si te acercas a esta realidad y compruebas por ti mismo la situación. A partir de la próxima semana recibiré a representantes de las asociaciones de vecinos , pero después de este primer contacto quiero ir yo a cada barrio y zona de Logroño para tener una percepción real de las necesidades de cada lugar.
-También dijo usted que quiere una ciudad en la que las barreras se conviertan en elementos vertebradores. ¿Cuáles son esas barreras y de qué forma aspira a terminar con ellas?
-Logroño tiene dos barreras físicas importantísimas, que son la circunvalación y el Ebro. En el caso de la circunvalación se está superando ya la barrera y están en ejecución importantes obras para ello. Articulará la ciudad, no sólo de norte a sur, sino también de este a oeste.
En el caso del río, el gran reto es el salto del Ebro. Proyectamos actuaciones residenciales al otro lado e infraestructuras que garanticen el acceso para que el río se convierta en un elemento disfrutable y un foco de atracción para los ciudadanos.
Hay una tercera barrera que es el ferrocarril, superado en algunas zonas y en otras no. Tiene, a mi juicio, un valor estratégico de primer orden que puede generar un eje de gran uso peatonal.
El ferrocarril debe concebirse no sólo como un elemento de articulación de la ciudad, sino -a través de los grandes planes ferroviarios- como la vía de conexión de Logroño con el resto de la geografía nacional.
-Para salvar las dos primeras barreras ya se ven algunos pasos concretos, bien en obras o en proyectos. Pero en el caso del ferrocarril parece que no se ven esos pasos.
-Yo creo que no es correcto decirlo así. Para superar esta barrera hay que hacer algunas cosas previamente, como la construcción de una estación de mercancías fuera de esta ciudad, porque Logroño debe tener una estación de viajeros pero no de mercancías. Igualmente, el Ministerio asumió la supresión del paso a nivel en El Cortijo, obra que ya se está ejecutando. En cuanto al futuro trazado del soterramiento hemos definido ya cómo lo queremos; firmamos un convenio y el Ministerio ha contratado un estudio de alternativas. El mismo convenio tiene previsto que habrá un acuerdo posterior de financiación para las obras. Por lo tanto, están puestas las tres premisas necesarias para poder ejecutar el soterramiento.
-Igualmente usted afirmó que quiere una ciudad volcada en los jóvenes ¿Qué iniciativas novedosas plantea para que el Ayuntamiento haga más cosas por los jóvenes?
-Es verdad que el Ayuntamiento ha sido pionero en determinadas actuaciones con los jóvenes -como el Plan de Vivienda Joven- pero creo que se deben afrontar dos cuestiones: una de ellas es el empleo, en el que el Ayuntamiento tiene unas competencias muy limitadas, pero creo que podemos hacer más cosas en el ámbito de la formación. La otra es el acceso a la vivienda. Me propongo incrementar la oferta de vivienda para jóvenes, de forma que en un plazo razonable puedan acceder a una vivienda, en propiedad o en alquiler.
Además, en los temas culturales estamos trabajando mucho, pero debemos hacer más rica la relación con la Universidad. Igualmente, debemos participar con los jóvenes en el acceso a las nuevas tecnologías y a la sociedad del conocimiento.
-Mirando hacia dentro del Ayuntamiento, usted calificó como “fundamental” el papel de los grupos de oposición, pero ha formado una Comisión de Gobierno monocolor. ¿Es esto una contradicción?
-En absoluto. A cada uno, los ciudadanos nos han dado una responsabilidad distinta. Quiero una Comisión de Gobierno como órgano ejecutivo, que se resposabilice de las decisiones que toma y asista al alcalde. Con todo respeto, si tengo que optar, prefiero tener en la Comisión de Gobierno a los concejales a los que les he delegado competencias de gobierno. Eso no quita para que haya un contacto diario con la oposición, con mi despacho abierto, con Junta de Portavoces y todos los instrumentos necesarios para que la oposición pueda ejercer su papel.
-Para terminar, ¿qué es lo mejor y lo peor de Logroño y en qué medida espera cambiar esto último?
-Es muy difícil elegir una cosa sola, especialmente en el capítulo de las bondades en el que hay tanto donde escoger.
Quizá lo mejor es que en Logroño la gente se apasiona por los temas de su ciudad, se siente orgullosa de ella, y colabora de manera desinteresada y leal para que lo que hoy pueden ser problemas o carencias, mañana se conviertan en virtudes. Es la ciudad que se transforma para la vida.
Lo peor puede ser lo común a todas las ciudades del mundo moderno, como los problemas de tráfico o la falta de algunas infraestructuras. En cualquier caso, yo no creo que haya nada que no se pueda resolver. Habría que hacer un esfuerzo colectivo para cambiar la mentalidad de los habitantes de las ciudades y, por ejemplo, cambiar la servidumbre del coche por el disfrute del peatón.
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