Lamentablemente
5 millones de personas mueren anualmente a causa de enfermedades
transmitidas a través de agua en mal estado.
De todo el consumo,
el 80 por ciento se dedica a usos agrícolas; el 7 por ciento para
usos industriales y el 13 por ciento para consumo urbano. Si tomamos
como ejemplo a un vecino logroñés, éste consumiría unos 325 litros
de agua potable al día, de los que aproximadamente sólo 5 litros
se usan para beber y cocinar. El resto se pierde en desagües de
baños y cocinas. Esto provoca un aumento considerable de los gastos
de gestión y, medioambientalmente hablando, un riesgo real para
la supervivencia de los distintos ecosistemas y de las especies
que los habitan. En la actualidad fenómenos como la desertización,
la superpoblación, la contaminación y el despilfarro están acabando
drásticamente con las reservas mundiales de agua. En este aspecto
es especialmente perjudicial la utilización de pesticidas, fertilizantes
y otros productos químicos en la agricultura. Éstos se filtran
en el terreno, llegando a ríos, lagos y arroyos, provocando bacterias
que consumen el oxígeno de las aguas subterráneas, eliminando
la potabilidad del agua.
Para evitarlo es fundamental
el ahorro, la optimización del uso del agua y la consecución del
denominado 'vertido cero', consistente en evitar la producción
de agentes contaminantes a través de la depuración de aguas, el
tratamiento de residuos y la adopción de sistemas de producción
limpios. La divulgación de campañas informativas, las multas a
los vertidos o la modernización de las redes de control de vertidos
incontrolados son algunos de los ejemplos que facilitan un uso
más racional del agua. Nuestra ciudad, por ejemplo, cuenta ya
con el funcionamiento de una nueva Estación Depuradora de Aguas
Residuales, que reduce considerablemente la carga contaminante
que se vierte al principal de nuestros ríos, el Ebro; asimismo,
se ha modernizado el sistema de control de fugas en la red de
agua potable; e incluso se han instalado novedosos mecanismos
que utilizan el agua no potable para el riego de parques y jardines,
tendentes a reservar el agua destinada a consumo humano.
En casa:
Es mejor ducharse que
bañarse. La ducha consume menos de la cuarta parte de agua que
se gasta en un baño (unos 60 litros frente a 200), sin contar
la energía requerida para calentar el agua. Abrir los grifos sólo
lo necesario (un grifo abierto puede gastar hasta 15 litros por
minuto); el baño gasta el 75 por ciento del agua del hogar, por
ello es más inteligente no tirar de la cisterna hasta vaciar el
tanque; tanto para lavarse los dientes como para afeitarse debe
mantenerse el grifo cerrado ya que en el caso contrario se desperdiciarán
hasta 30 litros de agua. Lavar los platos usando un recipiente
con agua y aprovechar la máxima capacidad de lavadora y lavavajillas
son también operaciones aconsejables en este empeño de ahorrar
agua. Además, debemos evitar deshacernos de aceite, residuos sólidos,
sustancias tóxicas y pinturas a través de desagües. Un ejemplo:
un litro de aceite puede contaminar más de 1.000 litros de agua.
EL AIRE
Asistimos a un irrefrenable
aumento de la proporción de dióxido de carbono en la atmósfera.
El crecimiento de la población y el efecto de deforestación son
algunas de las causas. Esto perjudica gravemente a la capa de
ozono: una esfera de gas que rodea al planeta, protegiéndolo de
las radiaciones ultravioletas más dañinas procedentes del sol
y que acabarían con la vida en La Tierra. Hoy en día, la concentración
de CO2 en la atmósfera supera en un 25 por ciento la que había
a principios del siglo pasado y ha supuesto el aumento de la temperatura
del planeta en más de dos grados centígrados, provocando efectos
como un patente cambio climático e incluso deshielos en las zonas
polares. A este fenómeno debemos unir la lluvia ácida, o lo que
es lo mismo, la existencia de dióxido de azufre y de óxido nítrico
en la atmósfera. La lluvia, la nieve y otras precipitaciones arrastran
estas materias en suspensión y caen sobre la tierra, ocasionando
graves alteraciones medioambientales.
En casa:
Debe usarse el coche
lo imprescindible, primando el transporte público. También hay
que evitar quemar residuos para no aumentar el dióxido de carbono
en el aire y revisar las posibles pérdidas de gas de frigoríficos
y aparatos de aire acondicionado del hogar y de los automóviles.
LOS RESIDUOS
La basura, los desperdicios
del consumo humano, los desechos industriales, urbanos, domésticos…;
son una parte más de nuestra vida colectiva, cada día con un mayor
protagonismo que, aunque no deseado, es evidente, tanto como que
la capacidad de almacenaje de estos residuos tiene un límite físico
y medioambiental. Si se queman, contaminamos el aire; si se entierran,
el suelo; y si se vierten en ríos, mares y lagos, contaminamos
el agua. Por ello, hoy día no se concibe una ciudad sin un buen
sistema de recogida y tratamiento de basuras; se intenta revalorizar
estos residuos, tratarlos y volverlos a emplear como materia prima,
útil y aprovechable, evitando así la acumulación de desechos,
su contaminación, y el desgaste de otros recursos naturales vírgenes.
La producción de residuos en España, como en el resto del mundo,
ha ido en aumento. La basura que se genera en La Rioja cada año
daría para llenar tres campos de fútbol hasta una altura de 10
metros; también en nuestra Comunidad se producen cada año 12.000
toneladas de residuos plásticos y 2.500 de metales que se podrían
reciclar en lugar de llevarlos a los vertederos. Por ello, y así
se ha intentado transmitir desde diferentes instituciones como
el Ayuntamiento de Logroño, se pone de relieve la triple ‘R’;
Reducir los desperdicios innecesarios, Reutilizar los
productos y materiales hasta obtener la máxima utilidad y Reciclar.
Quizá este último sea el punto más complejo pero también es la
llave para la reintegración de los desechos de diferente procedencia
en el ciclo de utilidad en un momento de escasez de materias primas
y un pilar básico del concepto de sostenibilidad; un apartado
en el que nos encontramos con otra fase fundamental: la separación
de residuos.
TIPOS DE RESIDUOS
URBANOS
En Logroño encontramos
distintos tipos de contenedores para cada uno de los residuos:
los verdes habituales para materia orgánica y otros residuos;
los azules (y recogida puerta a puerta en comercios) para papel
y cartón; amarillos para latas, plásticos, sprays y tetrabricks;
los iglúes verdes para vidrio y cristal; los mupis de señalización
para las pilas; y otros contenedores en mercados para el aceite
usado.
En Logroño se recogieron
en el año 2001 más de 46.000 toneladas de residuos sólidos urbanos;
cifra de la que más de la mitad corresponde a materia orgánica.
Cerca del 23 por ciento correspondió a la recogida de papel y
casi el 12 por ciento a plásticos. El vidrio se situó en más de
un 5 por ciento; y con menor incidencia los bricks, con algo más
del 1,3 por ciento del total. Las cifras indican que cada logroñés
produjo en el 2001 cerca de 340 kilos de basura.
En cuanto al apartado
de un residuo especialmente contaminante, como las pilas, en los
últimos años en nuestra ciudad, se ha recogido una media superior
a los 15.000 kilogramos.
En casa:
Reutiliza, reduce y
recicla. Separa los materiales de desecho y deposítalos en los
correspondientes contenedores. Mucho cuidado con las pilas usadas:
una sola pila de botón de mercurio puede contaminar 600.000 litros
de agua al liberar sus componentes, llegando a filtrarse a la
tierra y contaminar la cadena alimenticia. Utiliza productos de
material reciclado, como folios, por ejemplo. El papel puede ser
reutilizado de 3 a 15 veces; el vidrio, por su parte, puede reciclarse
las veces que se requiera y en la forma que se quiera, no pierde
propiedades. Por último, el ahorro es una virtud. podemos ahorrar
mucha energía a través de un uso racional de la energía eléctrica
y de los sistemas de calefacción, aire acondicionado y electrodomésticos.
Del cumplimiento de
todas estas recomendaciones depende el futuro colectivo, que es
el de cada uno de nosotros. Un año más, feliz Día Mundial del
Medio Ambiente.
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