La semana pasada se celebró el solemne acto
de apertura del nuevo curso en la Universidad de La Rioja. Una
cita importante –desde el punto de vista local– por cuanto la
institución docente supone para el propio desarrollo de la ciudad,
pero más destacada aún por la entrega de la Medalla de Honor de
la Universidad al Ayuntamiento de Lo-groño.
El alcalde, Julio Revuelta, recogió personalmente este preciado
galardón –reproducido en esta página– de manos de la rectora,
Carmen Ortiz, en quien personalizó el agradecimiento de todos
los logroñeses a la comunidad universitaria.
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En su discurso, el alcalde solicitó
a la Universidad “la implicación necesaria en la vida y el desarrollo
de la ciudad”, ya que, “sin duda, la extensión de la actividad
que generáis redundará en beneficio de todos”, dijo.
Tras enumerar algunas de las aportaciones al entorno universitario
–cesión de cerca de 200.000 metros cuadrados para instalaciones,
Plan Cuatrienal Municipal de apoyo a la Universidad; financiación
de la creación de la licenciatura de Enología y puesta en marcha
del Centro de Documentación Europea, al margen de otras consideraciones
urbanísticas– el alcalde quiso valorar que “la medalla premia
más allá de los fríos datos” y prefirió pensar “en el reconocimiento
a través de un premio a la coincidencia de intenciones que ha
posibilitado que esta institución sea hoy una realidad”.
El alcalde también habló de futuro, a través de la próxima expansión
universitaria a través del Plan Ribera-Campus; y, cómo no, de
las virtudes del cultivo de la cultura “como mejor vía para lograr
la libertad y la plenitud de las personas”. En este sentido recalcó
valores propios al mundo universitario, como el esfuerzo, la tolerancia,
la integración y, en definitiva, los diferentes caminos seguidos
por la inquietud del conocimiento.
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