No
cabe duda de que los jóvenes están de actualidad, tanto en los
medios de comunicación (Operación Triunfo), como en política (botellón,
te quito la selectividad, te pongo reválida).
Esos
mismos jóvenes a los que se refería no hace mucho tiempo el presidente
Aznar (“tenemos la juventud mejor preparada de la historia”) y
que, al parecer, de repente se han convertido en unos vagos que
degradan la Universidad, que sólo saben darle al botellón los
fines de semana, que no hacen una a derechas.
Y
claro, para eso está la derecha política, para enderezar y establecer
el orden debido. Sí, señor.
Así,
por una parte, represión policial como única alternativa al fenómeno
botellón; por otra, te quito la selectividad preuniversitaria,
y te pongo reválida prebachiller; o sea, no tienes el título de
bachillerato hasta que hayas superado la reválida.
Y
estas medidas, claro está, dictadas por el buen juicio de unos
políticos que han puesto la Universidad patas arriba imponiendo
una serie de medidas, al igual que las previstas en la Ley de
Calidad de la Enseñanza, que no cuentan con los colectivos implicados
para nada.
Mala
política de juventud es la que se impone y no oye previamente
a los jóvenes; mala política de educación es la que se basa en
la fuerza del voto de sus señorías, capitaneadas por equipo gubernamental
revanchista, que quiere borrar todo vestigio de socialización
de la educación, de garantía del principio de igualdad de oportunidades.
Acabarán por cargarse la educación pública, como lo están intentando
hacer con la sanidad pública.
Grupo Municipal Socialista
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