El viernes de la semana pasada, el alcalde de Logroño, Julio Revuelta, acompañado por el concejal de Patrimonio, José Musitu y otros responsables municipales, visitó el lugar en el que se levantará una de las obras que se convertirán en imagen y referente de nuestra ciudad en el futuro: el Cuarto Puente sobre el Ebro, diseñado por Javier Manterola y cuya labor de construcción corresponde a la empresa Ferrovial.
Una vez finalizados los trámites de adquisición de los terrenos necesarios para levantar esta impresionante infraestructura –y a pesar de que los trabajos sólo se han desarrollado en una parte mínima, en un 8 por ciento– se puede apreciar una agitada actividad, vislumbrándose ya parte del trazado del viaducto, dibujando la nueva conexión con la que contará la ciudad con la orilla norte del río –a la altura de las viviendas de El Cubo y de las instalaciones deportivas del Mundial 82–, constituyéndose en pieza fundamental del gran objetivo urbanístico que se ha denominado ‘Salto del Ebro’.
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En la visita, dos aspectos
llamaron poderosamente la atención de los presentes. En primer
lugar, la pesada y compleja maquinaria mediante la que se están
levantando gruesos pilares que facilitarán el montaje del tablero
del puente. Para garantizar que estos puntos soportarán todo el
peso de los tramos del tablero, se realiza una exhaustiva comprobación
de cada uno de ellos, denominada ‘diagrafía’. Consiste en un doble
sistema emisor-receptor de ondas que después se reflejan en una
pantalla. Si el pilar es compacto y sin fisuras, la señal rebota,
registrándose en el monitor. Si por el contrario tiene algún desperfecto,
el aparato no detecta el retorno de la onda, no registrándose
en las pruebas e indicando el riesgo de la utilización de dicho
pilote para el cometido para el que ha sido levantado.
En segundo término,
sorprende que todo esto sucede por el mismo lugar por donde hace
unos días fluia libre el Ebro; es decir, se ha creado un acceso
a modo de península que penetra en el río, estrechando considerablemente
su cauce. El alcalde señaló la fase actual como “muy delicada”,
con una duración aproximada de un mes más. La misma operación
que ahora se desarrolla en la orilla norte, se realizará posteriormente
en la que acompaña al sector ‘El Cubo’ para ejecutar el resto
de los pilares provisionales de hormigón. La complejidad de los
trabajos en este punto hace que los operarios de Ferrovial estén
permanentemente pendientes de las condiciones meteorológicas y
del nivel del cauce, ya que su crecida podría condicionar el normal
desarrollo de las obras e incluso obligar a paralizarlas.
Espectacular montaje
Si las condiciones
no son adversas y se desarrollan de la forma prevista, comenzará
la siguiente fase, consistente en el tendido que conformará la
plataforma o tablero del puente. Ésta se dividirá en distintos
paños que se construirán en un taller y que serán transportados
por un total de 16 camiones especiales hasta la zona. En la orilla,
antes de su colocación definitiva, se procederá al ensamblaje,
deslizando las piezas por los pilotes construidos en este momento.
Todos estos pasos se desarrollarán en agosto o septiembre de este
mismo año.
La siguiente fase será
la del montaje de las pasarelas peatonales laterales, que se ajustarán
mediante grúas situadas sobre el mismo tablero. El último paso
es el relativo a la instalación del gran arco atirantado, en la
primavera del 2003. Posteriormente se retirarán los pilotes provisionales
para que finalmente tan sólo exista un vano limpio de 140 metros,
de orilla a orilla, sujetado por un gran arco. El mes de mayo
es el previsto para finalizar unas obras que cuentan con un presupuesto
de 13 millones de euros. Su resultado será muy llamativo y, en
palabras del alcalde, “servirá para relacionar el norte y el sur
de la ciudad, ofreciendo cobertura a las instalaciones deportivas
de la zona y, en poco tiempo, un elemento básico para el crecimiento
al norte de la ciudad” –con el referente de los sectores residenciales
de ‘El Campillo’ y ‘La Arena’.
Un
puente para el futuro de la ciudad
El diseño del nuevo
puente es espectacular. Su configuración es totalmente novedosa
y se caracteriza por contar con un gran arco superior a 140 metros
de luz (la distancia horizontal entre los dos apoyos del arco)
–sin otro pie de apoyo a lo largo de la misma longitud–, que soportará
un tablero central destinado al tráfico de vehículos, con 18 metros
de anchura. El tablero albergará dos carriles por sentido, de
3,5 metros de ancho cada uno y una mediana de dos metros. Este
gran arco, a su vez, sostendrá los dos tableros peatonales metálicos,
con una anchura útil de 3,5 metros. La separación de estas pasarelas
del tablero central supone una aportación novedosa del diseño
de Javier Manterola y ofrecerá un nuevo punto de vista de la zona,
ya que se convertirá en un privilegiado mirador sobre el Ebro.
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