Una vez concluya la
construcción del Cuarto Puente sobre el río Ebro a su paso por
Logroño, en el segundo trimestre del año que viene, será difícil
recordar cuál fue la operación más espectacular desarrollada a
lo largo de su montaje. La pasada semana tuvimos ocasión de contemplar
una de las fases más importantes que en la actualidad han propiciado
que los numerosos curiosos interesados por la construcción del
viaducto, fácilmente localizables a pie de obra, puedan disfrutar
de un primer esbozo de lo que será el resultado final.
Esta
fase, tan llamativa como delicada, correspondió al deslizamiento
del tablero central del puente –sobre el que discurrirá el tráfico
rodado– por encima del mecanismo instalado para tal fin sobre
los pilares provisionales construidos en el cauce del río y que
soportarán el peso de este magnífico tablero –de 161 metros de
largo, 18 de ancho; y más de 1.000 toneladas de peso– hasta que
una vez finalizado el puente se eliminen, cediendo su función
al gran arco atirantado que sin duda se convertirá en una de las
imágenes de referencia de la ciudad.
El
puente, diseñado por Javier Manterola y en proceso de construcción
a cargo de Ferrovial-Agromán, contará con la peculiaridad de no
tener ningún apoyo en todo el cauce del río. Las dos pasarelas
peatonales voladas, separadas del tablero central, es la otra
novedad que, además, supondrá el establecimiento de privilegiados
miradores sobre el Ebro.
Un puente que hace
ciudad
A
la complicada operación, coordinada por el ingeniero y director
de obra, Francisco Herrero, asistió la portavoz municipal, Paz
Villar, acompañada por el concejal de Urbanismo, César Ortega.
La edil explicó que el tablero instalado “albergará dos carriles
por sentido, de 3,5 metros cada uno, además de una mediana de
2 metros de ancho”. Tras asegurar que la obra está cumplendo satisfactoriamente
con los plazos estipulados, subrayó que “esta gran obra va a permitir
unir las dos orillas y posibilitar el desarrollo de nuestra ciudad
al otro lado, en el sector El Campillo”, dijo, indicando que a
la vez que se construye el puente, se están acondicionando todas
las instalaciones necesarias para facilitar el desarrollo urbano
en la orilla norte.
La operación de colocación
del tablero se prolongó por espacio de dos días y hoy ya recibe
a las aguas del Ebro a la altura de El Cubo. Los dos puntos de
la orilla ya han quedado unidos, como se aprecia en la imagen;
Logroño va dando forma a su Cuarto Puente, va moldeando su imagen
de futuro como ciudad.
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