Gracias a los créditos, gran avance de modernidad,
uno puede disfrutar de un bien sin necesidad de ahorro previo.
Las entidades, oficiales o privadas, nos facilitan el usufructo
de, por ejemplo, nuestra casa; nos adelantan el dinero, que tendremos
que ir devolviendo en cómodas mensualidades, durante 15, 20, 25
años…; pero, si hace falta, durante toda la vida y la de nuestros
hijos. Aquí no se exige el déficit cero anual, esto es, “tanto
gano, tanto gasto”; la Administración nos deja empeñarnos cuanto
queramos. Así, un matrimonio joven, puede entrar en su vivienda,
“llaves en mano”, como se decía antes o “manos arriba”, que podríamos
decir ahora, y cuando se vaya a jubilar, firmar las escrituras
de propiedad y poder descansar seguro, y no llevarse deudas para
el otro lado, dejar los asuntos terrenales atados y bien atados.
Esas son las reglas del juego ante
los disparatados precios de los pisos. O te empeñas de por vida
o no tienes piso. Porque eso de hacer mil horas de cola, para
que el sorteo te resarza, pues suena a lotería.
Las razones de este estado de cosas
son bien conocidas. Recordemos, entre otros argumentos, el expuesto
por nuestra vicepresidenta regional, Aránzazu Vallejo (Arancha
para los amigos), justificando que los causantes de la subida
eran los viticultores, que compraban y compraban pisos como inversión,
pues no sabían dónde meter el dineral por el alto precio de la
venta de la uva (¡jo!). Después, mucho más brillante y acertado
en su análisis, pues al fin y al cabo es ministro y es exministro
(aquél, recuerden, del fútbol como interés nacional, o sea, a
partir de entonces, a pagar por ver en su vía), el señor Cascos,
nos dice este mismo año que los pisos están caros porque el nivel
económico y de bienestar ha subido mucho. Debe referirse a su
nivel y al de los que le rodean; pero no sé si estará de acuerdo
con tal argumentación ese matrimonio joven,con ingresos no superiores
a los 1.000 euros, que los hay muchos, que siguen viviendo en
casa de sus padres, porque no pueden emanciparse. Falta ahora
que salga la señora Botella, por ejemplo, conocida defensora de
la familia, diciendo que todo tiene su parte positiva, pues así
la familia permanece más tiempo unida. Señor mío, ¡qué cuadrilla!
Ahora se entiende lo de la España iba bien.
Grupo Municipal Socialista
|