La recuperación del espacio natural que ahora
ocupa el parque del Iregua participa de la idea irrrenunciable
de que la ciudad debe crecer integrada en su entono natural, promocionándolo
y resaltándolo. El proyecto de unir los parques periféricos de
Logroño bordeando la ciudad ya no requiere esfuerzo alguno de
la imaginación. Una vez concluyan las obras en el parque de La
Ribera y se desarrolle la segunda fase del parque del Iregua,
surgirá un paseo de más de seis kilómetros de longitud que conectará
–siguiendo el curso de nuestros ríos– Puente Madre con el puente
de Práxedes Mateo Sagasta, y desde allí, a través de El Cubo,
el parque de Los Enamorados y San Miguel con La Grajera.
El concepto de la ciudad en un parque define Logroño, y la nueva
zona de esparcimiento del Iregua es un magnífico ejemplo. Creo
que el resultado es excelente y tal y como sucede con cada actuación
municipal incrementará su valor en la medida que los vecinos vayan
disfrutando del parque.
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