Madre de Dios ha experimentado
una transformación espectacular en los últimos años. La creación
de nuevas zonas residenciales, acompañadas de espacios públicos
abiertos y, sobre todo, de un parque –el de La Ribera-, que se
ha convertido en el de mayor superficie de la ciudad, así como
de infraestructuras como la plaza de toros, el Palacio de Congresos,
el hotel o el nuevo instituto han generado una mayor vitalidad
en el barrio. La ordenación definitiva del entorno pasaba por
adecuar las parcelas existentes al norte del convento y entre
dicho edificio y las instalaciones de los Salvatorianos. El paso
dado desde el Ayuntamiento nos permite dar continuidad a la calle
Doce Ligero hasta la plaza de toros, también al paseo del Prior
y la construcción de cerca de 90 viviendas de protección oficial
en la parcela de propiedad municipal situada entre el convento
y el parque de La Ribera.
Una actuación que nos permite cerrar un proyecto de urbanización
en el que una vez más ha prevalecido la idea irrenunciable del
desarrollo de la ciudad dentro de su entorno natural.
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