El Ayuntamiento, Rafael Moneo y el primer paso hacia la modernidad
El Ayuntamiento, Rafael Moneo y el primer paso hacia la modernidad
Algunos edificios consiguen con el tiempo adquirir la condición de símbolos. Sucede así con el Ayuntamiento de Logroño concebido por el arquitecto Rafael Moneo. Y es que siempre hay un primer paso en todo camino y la construcción del actual edificio consistorial representó el inicio del proceso de modernización de la ciudad. La capital riojana demandaba en 1981 -cuando concluyó una obra acordada en 1973 por el alcalde Narciso San Baldomero, y cuyas obras comenzaron en 1976- subirse al tren de las ciudades de una nueva era; una ciudad que dejaba atrás los últimos años de la dictadura franquista y anhelaba el aire revitalizador de la Democracia.
El diseño de Moneo otorgaba -y otorga- especial protagonismo a la plaza pública; el principal espacio de socialización ciudadana y un emblema del espíritu vecinal. Una plaza que vertebra la relación del Ayuntamiento con el boulevard de Avenida de la Paz; una plaza que se muestra generosa y rechaza robar protagonismo al edificio de la Escuela de Arte; que articula las calles que descienden hacia el Ebro y sus parques; que ofrece un guiñó desde su corredor porticado a la continuidad arquitectónica de la ciudad, a la calle Portales, a la plaza del Mercado o la Gran Vía.
El edificio del Ayuntamiento ha dado respuesta a la necesidad de prestar unos servicios municipales propios de una ciudad en continuo crecimiento, conjugando belleza y funcionalidad, sustentado en la idea de edificio abierto y accesible, lo esperado de la ‘casa de todos’. Un icono de la ciudad, que hoy hace merecedor a Rafael Moneo de la Medalla de Oro de Logroño.