La calle no es un bar

Fecha:
09/05/2025

 Sillas, mesas y sombrillas. Este es el atrezzo oficial de todo un barrio. En nuestra ciudad, donde no se puede aparcar en doble fila, se aparcan terrazas. Mientras otras ciudades como Madrid, Bilbao o Barcelona recortan horarios y reducen superficies, aquí seguimos siendo la ciudad más permisiva del país. Terrazas abiertas hasta la una y media de la madrugada. Y no, no es una decisión técnica. Es una decisión del alcalde. Porque incluso en otras ciudades gobernadas por el Partido Popular se ha entendido que el espacio público y el derecho al descanso deben protegerse. Aquí, sin embargo, se ha decidido priorizar el bienestar de unos pocos. ¿Y quién gana con esto? El ocio nocturno, a quienes el Partido Popular concede un privilegio muy rentable a cambio de sacrificar el descanso de todo un barrio. Ningún otro sector tiene este trato. ¿Os imagináis que todas las tiendas sacaran sus negocios a la acera? Y lo peor: el metro cuadrado de terraza se paga a precio de saldo. Ni siquiera cubre la limpieza de los culines. Ruido, suciedad y espacio público ocupado. Cuando se propone adelantar media hora el cierre, amenazan con despidos masivos. Falso. El turismo sube, los márgenes también. Solo es una excusa para blindar el privilegio de siempre. Han pasado trece años desde la última modificación de la ordenanza. ¿Cuántos más vamos a soportar esta situación? El PP tiene ahora una oportunidad para cambiar las cosas, pero todo indica que volverá a perderla. ¿Cuántos años más vamos a pagar la fiesta de unos poc