La Rad de Varea se localiza al sudeste del término municipal de Logroño, compartiendo sus tierras con los términos municipales vecinos. En Logroño se encuentra parte de las laderas de orientación norte y oeste, la mayor parte de la planicie formada por una antigua terraza fluvial suspendida, y parte de las elevaciones centrales de suaves pendientes.

Desde el punto de vista geológico, este espacio está constituido, por un lado, por materiales arcillosos del Terciario, que afloran en las suaves lomas que se elevan sobre la plana y en las laderas que lo separan de la llanura fluvial del río Ebro; y, por otro lado, por los materiales cuaternarios pertenecientes al nivel 3 del sistema de terrazas del río Ebro, compuestos por cantos y gravas consolidados, con costras de caliche.

Los materiales del Cuaternario, que definen una superficie llana y con una riqueza edafológica mayor han sido tradicionalmente cultivados con cereal, aunque en el momento de la redacción de este documento se encuentran incultas.

Los materiales del Terciario son los que caracterizan las laderas de La Rad de Varea, de pendientes variables, más pronunciadas al norte y surcadas por un conjunto de barrancos que descienden desde la misma planicie superior. Los barrancos más importantes son el barranco de Hoyas Hondas, que dibuja una red radial de barrancos menores que lo alimentan; y el barranco de Varilengua, de laderas con pendiente mucho más suave que el anterior. Además, existen un cierto número de pequeñas líneas de escorrentía que van trazando barrancos incipientes, sobre todo en las laderas de orientación norte.

Los barrancos principales arrastran los cantos resultantes de la erosión, desparramándolos sobre la superficie de los glacis que existen al pie de La Rad de Varea. Sobre los glacis, estos cursos de agua se atenúan y se desdibujan, siendo prácticamente incapaces de alcanzar el Ebro.

Desde el punto de vista de la vegetación, predomina el coscojar, tratándose de un matorral muy cerrado, de altura media a baja. Este ocupa todas las laderas de esta elevación, tanto las de orientación norte como las de orientación oeste, así como las que se alzan por encima de la planicie superior. Sin embargo, no se trata de coscojares puros, sino de una etapa hacia el clímax propio de este lugar en la cual se pueden distinguir distintos ecosistemas sucesionales: tomillar-coscojar, coscojar puro, coscojar-carrascal, e incluso carrascal puro.

El tomillar-coscojar, la etapa menos desarrollada de esta serie, ocupa una extensión pequeña en ciertos puntos de las laderas de orientación norte en los que la pendiente es pronunciada y, por lo tanto, la erosión es mayor y la profundidad del suelo menor.

El coscojar puro, aunque con matas de tomillo y pies de carrasca dispersos, ocupa la mayor parte de las laderas orientadas al norte y al oeste. La coscoja cubre de forma densa casi toda la superficie, permitiendo el desarrollo de carrascas de porte ligeramente mayor en aquellos lugares más recogidos, de menor pendiente y mayor profundidad de suelos.

El coscojar-carrascal se localiza en laderas de pendiente más suave, como puede ser el fondo de algunos barrancos. En estos, se alternan pies de carrasca de tamaño pequeño a relativamente grande con un denso sotobosque formado principalmente por coscojas de altura media. Esta etapa alcanza su mayor desarrollo en las lomas que se elevan por encima de la planicie de La Rad de Varea, en las que las carrascas ya dominan sobre las coscojas, aproximándose cada vez a la etapa climácica de esta sucesión, y que se trata del carrascal puro. Este se puede encontrar en forma de pequeños grupitos de carrascas, de porte medio a grande, de forma dispersa en los lugares más recogidos de esta rad.

De forma dispersa, y ocupando una superficie relativamente pequeña, se encuentran algunos pinares de repoblación. Así, los encontramos en las cercanías de las ruinas de la granja de Varilengua y por encima de la pequeña gravera existente en la carretera que sube a este alto. Son masas pequeñas, con pies de tamaño mediano a grande, con escaso sotobosque, como es característico de estas plantaciones.

La Rad de Varea es un espacio que goza de una extensa masa forestal en un evidente estado de evolución hacia su etapa climácica, es decir, hacia su máxima expresión en esta zona de La Rioja. Su importancia aumenta si se tiene en cuenta su situación en un gran espacio eminentemente agrícola y afectado por las actividades humanas, como es toda la cuenca fluvial del río Ebro. Sus características geológicas y topográficas, debidas al hecho de constituir una antigua terraza suspendida, han preservado la vegetación natural en sus laderas y lomas, difícilmente aprovechables por la actividad agrícola.

El principal uso que se da en esta zona es el de prácticas militares, hecho que condiciona el resto de usos agrícolas y ganaderos de esta amplia zona.

Desde el punto de vista de la naturalidad, La Rad de Varea tiene una valoración alta, ya que sus laderas están cubiertas por una vegetación que, si bien no llega al clímax propio de esta zona, sí se encuentra en sus etapas seriales, con un mayor o menor desarrollo. En las actuales condiciones de manejo, en un plazo de tiempo no muy largo podría evolucionar aún más hacia la etapa climácica, con todas las características de diversidad botánica y faunística que ello implica. Por estas mismas razones, su valor biológico es alto.

Por otro lado, cobra una importancia grande el hecho de que por el pie de La Rad de Varea discurra la autopista del Ebro, A-68, la carretera nacional N-232 y el ferrocarril. Las laderas de esta elevación ofrecen un elemento paisajístico de elevada magnitud para los usuarios de estas vías de comunicación. Un mayor desarrollo de la cobertura vegetal, hacia etapas seriales más evolucionadas, aumentaría aún más el valor paisajístico de esta zona.