En pleno proceso de reconstrucción de viviendas y negocios en el que nos encontramos, los logroñeses debemos mantener el apoyo a los afectados directamente por la barbarie terrorista. Los sentimientos de ánimo expresados el pasado 11 de junio no pueden desvanecerse con el tiempo, sino perpetuarse como ejemplo de la unidad vecinal. Una cohesión que la ciudad remarcó al mantener su ritmo y sus previsiones.
La celebración del
reparto del pez y el vino, la evocación del sitio de Logroño y
de cada uno de los actos recogidos en el programa de San Bernabé
fue, sin duda, la respuesta más contundente que pudo ofrecerse
al envite del fanatismo terrorista. Una actitud con la que los
logroñeses demostraron una vez más -y de forma multitudinaria-
que el lenguaje de la dinamita no encuentra comprensión entre
la ciudadanía.
Los logroñeses desoyeron
al lógico miedo y salieron a la calle a disfrutar de la fiesta,
repudiar la violencia y apoyar a los damnificados. Como alcalde
de Logroño, siento el orgullo de pertenecer a una sociedad que
planta cara al totalitarismo y la sinrazón de los violentos y
que sabe sobreponerse con serenidad a momentos tan duros.
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