Una sorpresa continua”. Esta frase, perteneciente al arqueólogo Juan Manuel Tudanca, responsable de las excavaciones que se están desarrollando en el antiguo convento de Valbuena, resume el valor que supone para la ciudad los descubrimientos que, a diario, se obtienen de este espacio, desconocido hasta ahora, ubicado entre los edificios de la actual Comandancia Militar y el Parque del Ebro. Una actuación patrimonial contemplada dentro de la segunda fase del Plan Especial de Reforma Interior de Excuevas-Cuarteles y que ha permitido el alumbramiento de restos correspondientes a la época alto-medieval, como la cabecera de la primitiva iglesia de Santa María de Valcuerna, del siglo XI; su ampliación, datada en el siglo XV; una serie de dependencias conventuales, del siglo XVI; así como una parte fortificada, perteneciente a la época Carlista, ya en el siglo XIX.
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La historia de estos
restos es la historia de nuestra ciudad, aunque se atribuye a
la leyenda la creencia de que con la llegada del Islam a la península,
en plena invasión musulmana, los cristianos de Logroño ocultaron
una imagen de la Virgen en un depósito de astas de reses de un
matadero cercano. Tras la reconquista, la imagen reapareció y
los vecinos, devotos, decidieron levantar una ermita. Recurridas
fuentes documentales, la presencia de una iglesia en la zona se
sitúa en el siglo XI e incluso aparece recogida en el Fuero de
la Ciudad con el nombre de ‘Sancta María Caput Villae’, primero
incorporada a la orden de los benedictinos y, después, ya en el
siglo XV, a la de los dominicos. Este templo se localizaría en
la ubicación del Convento de ‘Valcuerna’, posible denominación
inicial de los restos estudiados en la actualidad.
La iglesia primitiva
fue derribada en el año 1257 y parte de los restos encontrados
en las presentes excavaciones pertenecen, probablemente, a su
estructura. La denominación de Convento de ‘Valbuena’ tiene su
origen en el momento en el que se acondiciona un paseo arbolado
–denominado Espolón de Valbuena– para el disfrute de los logroñeses
de entonces.
El ecuador de los
trabajos
Y es que es mucho lo
que se puede aprender de estos restos. Los concejales de Patrimonio,
José Musitu; y de Urbanismo, César Ortega, quisieron el pasado
viernes acompañar a los medios informativos en la visita a este
espacio ‘desconocido’ de la ciudad. Durante estos meses ha quedado
dibujada la configuración del convento, una nave del mismo y,
curiosamente, bajo ésta, una serie de bodegas perfectamente conservadas,
con bóvedas y arquerías, además de parte de un molino o batán
encontrado por los monjes antes de edificar el convento.
A partir de este momento
y una vez concluidos los trabajos de laboratorio de lo encontrado
hasta ahora –las excavaciones se encuentran aproximadamente al
50 por ciento de su desarrollo–, los trabajos se centrarán en
sacar a la luz la estructura de la iglesia que sirvió a las dependencias
monásticas. Se trata de un templo semejante a la iglesia de Santiago,
por tamaño y configuración; además de otros restos del siglo XI
de la pequeña iglesia predecesora, apuntada con anterioridad.
Esta labor, según Tudanca, deberá desarrollarse con “extremado
cuidado”, ya que muy probablemente el subsuelo se encuentre repleto
de enterramientos de diferentes épocas que “será necesario estudiar
con deteni-miento”. Otra imagen espectacular y significativa nos
enseña un Logroño fortificado en el siglo XIX, frontera y cuartel
del Norte durante las Guerras Carlistas.
Parque Arqueológico
Los planes municipales
pasan por contratar un equipo multidisciplinar que se encargue
del diseño urbanístico de esta zona de la ciudad, así como la
conversión de esta área en un parque arqueológico visitable. Para
ello ya se ha previsto el derribo de los edificios de la calle
Norte, lo que posibilitará la integración del Parque del Ebro
en el entramado urbano.
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