La semana pasada celebramos una de las fiestas más tradicionales y sentidas por todos los logroñeses, las fiestas patronales en honor a San Bernabé. Una celebración que, a pesar de su corta duración, "se vive con una especial intensidad", tal y como dijo el propio alcalde, Julio Revuelta, una vez acabado el programa festivo.
La tradición, el folclore, la devoción y, sobre todo, la participación popular en el programa de actos elaborado por el Ayuntamiento son señas de identidad de Logroño como un lugar abierto y a la vez entregado al reconocimiento de sus raíces.
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El cuerpo central de esta programación fue introducido por la celebración del Día de La Rioja, especial en esta ocasión por el cumplimiento de los veinte años del nacimiento del Estatuto de Autonomía. Y puestos a recordar, este año también ha supuesto la recuperación de una actividad que hacía más de una veintena de años que no se celebraba: el Festival de la Chuleta, organizado por el Círculo de La Amistad. Otros actos y citas, con reconocido éxito, se han mantenido, como la Feria de Cerámica, las marionetas, los pasacalles, las degustaciones e incluso la nueva versión, revisada y mejorada, de 'Una Historia Fantástica en el Sitio de Logroño'. También hubo novedades: el Mercado de Antaño creó un ambiente muy especial en el Casco Antiguo que, al amparo de las extraordinarias condiciones meteorológicas que acompañaron el desarrollo de las fiestas, presentó en todo momento un excelente aspecto de participación.
Por lo demás, la tradición reservó para sí las principales fotografías de la fiesta. Los oficios religiosos, la ofrenda de flores y la evocación histórica de la ciudad; la ofrenda del Pan, el Pez y el Vino y el cumplimiento del Voto de San Bernabé… constituyeron, una vez más, el alma de esta celebración. Por cierto, este año, los banderazos del alcalde fueron dedicados a quienes contribuyen a "hacer la fiesta": la Agrupación Musical de Logroño y el Grupo de Danzas de Logroño, en la figura de sus responsables José Luis Alonso y Nieves Sáinz de Aja; los niños de la ciudad; y la tradicional Cofradía del Pez. Sin duda, una parte importante de San Bernabé, extendida simbólicamente al resto de la ciudadanía que ha demostrado su cariño por estas fiestas.
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