La creación, hace ahora dos años, de la Unidad de Calidad Ambiental tenía como objetivo actuar sobre algunos efectos propios de la ciudad que alteran su medio natural. Por supuesto, el ruido –siempre asociado a la actividad cotidiana de cualquier capital- es uno de los elementos sobre los que se quería intervenir.
Así, escuchadas las propuestas y sugerencias de vecinos y asociaciones y con el trabajo de los técnicos municipales en la mano, se ha confeccionado la nueva ordenanza de ruido; una norma que quizá pudiera ser más severa, pero que tiene la virtud de estar equilibrada, de ser rigurosa y aplicable, algo fundamental cuando el objetivo que
perseguimos es mantener el dinamismo de la ciudad y la calidad ambiental de la que disfrutamos los vecinos. Creo que hemos dado un gran paso en la satisfacción de este objetivo.
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