Santos y Buenos.
No siempre lo son para todos.
El trágico terremoto de la pasada semana en Perú nos lo pone delante de los ojos.
Como casi siempre, los desastres naturales se ceban sobre los más desprotegidos, sobre los más débiles de este mundo, y apenas si nos llega, envuelto en fotografías impactantes o espectáculo televisivo, el eco de su dolor y su impotencia.
Pero ahí está, y ahí debe estar nuestro compromiso institucional y personal. Nuestra condolencia con la Comunidad Peruana en Logroño y nuestra aportación solidaria que ayude a paliar las consecuencias de la tragedia.
P.D. Procuremos hacerlo de manera tan eficaz como discreta. Evitemos convertirlo en obscena propaganda.
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