Sin grandes alharacas, con el mimo silencioso con el que se cocinan los buenos guisos, y a fuego lento, sobre todo a fuego lento, nuestro compromiso con la ciudad se va concretando en proyectos que pasan, como dijo Lope de Vega, “de las musas al teatro” con un solo propósito: hacer de Logroño un hogar más hermoso y vividero.
Estas últimas semanas han ido viendo la luz unos cuantos, de mayor o menor calado e importancia, pero que todos ellos explicitan una decidida voluntad de recuperación y puesta en valor de nuestras mejores señas de identidad: me refiero al Casco Histórico de Logroño, claro está.
Ayer mismo reabrió sus puertas, y ya no las volverá a cerrar, la Sala Amós Salvador con una prodigiosa exposición de fotografía.
Hace unos pocos días anunciamos que la Casa de la Virgen será el eje del nuevo Centro de la Cultura del Rioja.
Y en las últimas semanas hemos tomado la decisión de reforzar la apuesta turística de la ciudad con el traslado de Logroño Turismo a las Escuelas Trevijano y la utilización del Cubo del Revellín (ambos edificios rehabilitados por el anterior gobierno municipal) como Centro de Divulgación Histórica de la ciudad.
La ansiada recuperación del Ebro como avenida principal de Logroño, que se inicia con los trabajos que llevará a cabo la Confederación Hidrográfica, es el postre que completa este apetitoso menú otoñal.
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