Plan Comarcal de Ordenación Urbana

En 1974 entró en vigor un documento que por primera vez afrontaba de una manera global los problemas urbanísticos de la ciudad. Supuso un cambio de actitud del Ayuntamiento ante estos problemas, al iniciar una etapa que pretende ser más activa, configurando estrategias concretas para llevar adelante el planeamiento. El Plan Comarcal suponía el planeamiento conjunto de los municipios del Polo; además de Logroño incluía Fuenmayor, Navarrete, Lardero, Villamediana, Alberite, Arrúbal y Agoncillo. A pesar de su nombre, el Plan Comarcal no fue sino la suma de una serie de planeamientos municipales redactados simultáneamente con coherencia, pero que luego han evolucionado por caminos muy distintos.

El Plan, siguiendo el enfoque de la Ley del Suelo entonces vigente, se centraba en las grandes propuestas generales, sin descender a la ordenación concreta, que se confiaba a otros instrumentos (planes parciales) incluso para la ordenación del suelo urbano. Aunque en muchos aspectos fue ambicioso, planteando un crecimiento notable, con un esquema de infraestructuras generoso, en otros mantuvo una actitud prudente: no consideró que hubiera impulso suficiente como para proponer un salto del Ebro mediante un crecimiento residencial hacia el norte, ni se planteó eliminar el cinturón de industrias que ocupaba casi todas las salidas de la ciudad; más bien confirmaba los polígonos recién creados que las consolidaban y ampliaban notablemente. El crecimiento residencial, aunque también se planteaba hacia el este y el oeste, encontraba en el sur su dirección prioritaria, siguiendo un esquema lineal apoyado en la carretera de Soria con sectores que iban disminuyendo su densidad hasta enlazar con el núcleo de Lardero.

Si no proponía el salto del Ebro, sí que supuso el Plan Comarcal una visión muy positiva del río como sistema lineal de espacios libres, proponiendo la consolidación de los usos recreativos de la orilla izquierda, o del área de la Grajera para los mismos fines. En cuanto a la ubicación de la universidad, que por entonces se comenzaba a plantear, se eligió la consolidación de una zona ya ocupada por algunas escuelas superiores.

Un aspecto que tendría consecuencias muy positivas fue la fragmentación en sectores, lo que supondría la paralización de los efectos del Plan de Alineaciones en muchas zonas, que deberían ser objeto de redacción de un plan parcial para poder edificar, y por ley estos ámbitos gozaban de menos densidad y mayor nivel de dotaciones que el suelo urbano consolidado. El plan parcial que debía ordenar la ciudad consolidada era el Plan del Área Interior.

Respecto al suelo industrial semiconsolidado de las distintas salidas de la ciudad, se consideró suelo urbanizable, incluyéndolo en sectores más amplios, en la esperanza de que el tirón que supondrían las nuevas instalaciones industriales traería la mejora de las existentes. La consecuencia de esta situación en los años posteriores, coincidentes con la crisis económica, fue un exceso de suelo para este uso en un momento de escasa iniciativa, y muy difícil de gestionar por la resistencia de los industriales ya establecidos en participar de los gastos de urbanización.

 

Plan Especial del Centro Histórico

El casco antiguo fue un ámbito que se excluyó del Plan del Área Interior, por su problemática específica. La sensibilidad de los tiempos rechazaba el tipo de actuación representado por el Plan Ruavieja, por lo que se redactó con un nuevo enfoque el Plan Especial del Centro Histórico en 1976. En él se planteaba el mantenimiento de los valores fundamentales de casco, dimensiones del viario, parcelario, tipologías constructivas… y se establecía una gama de posibilidades de actuación sobre los edificios, desde la conservación estricta al derribo, en función de su interés. A partir de él se incentivó la ocupación de edificios históricos con dotaciones de todo tipo, se emprendieron actuaciones públicas de vivienda en parcelas aisladas o pequeños grupos y se inició una política municipal de adquisiciones en la zona. Esto último era consecuencia de la falta de iniciativa privada, ya que el progresivo abandono del casco por su población tradicional y su sustitución en algunos casos por población marginal había degradado física y socialmente el barrio hasta situaciones límite.

La principal actuación en el casco fue la promoción de vivienda pública en Ruavieja - San Gregorio, rectificando las propuestas del Plan Ruavieja aunque aprovechando la titularidad pública de los terrenos. El nuevo criterio estaba inspirado en la recuperación formal de la manzana, manteniendo el antiguo parcelario, pero introduciendo nuevas tipologías con patios comunales intermedios y una pieza dotacional (sede de la policía local) que permitiera el acceso al río. Y es que algunas de las medidas que se proponían para la recuperación del centro histórico consistían en la creación de nuevos atractivos al norte, en el ámbito del Ebro, que fueran destino de nuevas de rutas peatonales que atravesarían el casco. Se planteó una nueva pasarela con destino la Playa, y se fueron forjando dos grandes proyectos que serán decisivos en una etapa posterior: la parcela deportiva de Las Norias y el Parque del Ebro.

 

Plan del Área Interior

Así se denominó el planeamiento de desarrollo del Plan Comarcal de 1974 que ordenaba el suelo urbano más consolidado. Sería su aspecto más controvertido, al tratarse de la ordenación detallada de la parte más activa de la ciudad. Suponía un primer recorte a las posibilidades de edificación permitidas por el Plan de Alineaciones, tanto en altura como en fondos edificables, dentro del escaso margen que permitía la época, y con intervenciones más amplias allí donde se consideraba posible: consolidación de las dotaciones privadas, dificultando su sustitución o consolidando su posición a cambio de la calificación de parte con usos residenciales, obtención de zonas verdes a cambio de concentración de edificabilidad…los instrumentos de gestión eran escasos y poco experimentados, por lo que en muchos aspectos se recurría a un diseño que evitaba problemas de este tipo, aunque condicionara la bondad del resultado formal.

El Plan del Área Interior permitió actuaciones como la obtención del parque del Carmen (en el de Alineaciones, dos manzanas cerradas con una calle por medio) o la apertura del Paseo de la Constitución, (un primer paso para el acercamiento al Ebro enlazando con una ruta peatonal a través de zonas verdes, lo que a su vez condicionó la disposición formal del edificio del ayuntamiento). La demanda de nuevas fórmulas residenciales, como las zonas libres privadas vinculadas a viviendas, fue atendida en el Plan, tanto en la ordenación de zonas periféricas con bloques abiertos como en el interior de manzanas cerradas. El intento de extender el planteamiento a los patios de manzana existentes, ocupados mayoritariamente por pabellones, no prosperó por las dificultades en su realización.