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Desde el punto de vista topográfico se puede decir que el término municipal de Logroño se caracteriza por un relieve netamente fluvial, con una amplia llanura que se extiende a ambos lados de los ríos Ebro e Iregua, y un conjunto de cerros y lomas formados por antiguas terrazas erosionadas. Cuando estas elevaciones ocupan un área relativamente extensa, se observa que en su coronación son llanas, a modo de pequeñas mesetas, permitiendo así el aprovechamiento agrícola de estas tierras más elevadas. En las lomas más erosionadas, todavía es posible apreciar la elevada pedregosidad propia de las llanuras aluviales.
El punto más bajo del municipio corresponde a la cota aproximada de 350 m., a orillas del río Ebro a la altura del Soto de Los Americanos. Las cotas más altas rondan los 580 m, y corresponden, por un lado, a una antigua terraza fluvial muy amplia (La Rad) y, por otro, al Monte de La Pila, también resultante de la erosión de una antigua terraza.
Estas terrazas elevadas tienen en sus laderas pendientes variables, que pueden ser desde muy pronunciadas hasta suaves, dependiendo fundamentalmente del tipo de unidad geológica sobre la que se asienten, entre otros factores (orientación, con el que está directamente relacionada la cobertura vegetal).
Las pendientes más fuertes, con ángulos de inclinación medios de 45º, y que en algunos puntos los superan, se encuentran principalmente en dos puntos del territorio: la ladera sur del Monte Cantabria y la ladera norte de La Rad. En el primer caso, el sustrato se encuentra muy desprovisto de vegetación y muy erosionado, con un alto riesgo de corrimientos de materiales. Este riesgo se ve aumentado por la presencia de la carretera LR-131 a pie de esta ladera, reforzada en algunos tramos por muros de contención. El otro punto, la ladera norte de La Rad, se encuentra cubierta por vegetación arbustiva más o menos bien desarrollada. Es por ello por lo que no se aprecian procesos erosivos intensos.
Existen otros lugares con pendientes fuertes, como pueden ser el Monte del Rincón, ciertas zonas de laderas de La Rad, las laderas de La Rad de Santa Cruz, La Fonsalada, El Corvo, La Plana y la Rad de Varea. Sólo se aprecia erosión pronunciada en los casos de Monte del Rincón, Fonsalada y El Corvo, en los que la vegetación es escasa, arbustiva baja, con un cobertura baja. Sin embargo, no parecen revestir riegos de corrimientos, o, en caso de que los haya, estos no afectarían más que a otras laderas no aprovechadas por el hombre. En el caso del barranco de Hoyas Hondas, al pie de La Rad de Varea, sus laderas, a pesar de tener una pendiente fuerte, sólo manifiestan erosión en algunos puntos concretos, sobre todo en las partes altas. El resto de laderas se encuentran cubiertas por una bastante bien conservada vegetación natural del tipo arbustivo, o incluso en algunos lugares, de arbolado.
El resto del término se caracteriza, por un lado, por la presencia de lomas suaves, sin pendientes fuertes, y por otro, por la llanura aluvial de los ríos Ebro e Iregua.